Cristina aparece con una preciosa blusa azul que se abre a la altura del escote formando unos pliegues que parecen olas acariciando su propia piel. Rubia, de ojos claros y colgada del móvil. Es la gerente de Sillaestil y se pasa las horas gestionando los trabajaos, negociando con los clientes y visitando al esqueletero que no le quita la vista de esa piel acariciada por las olas imaginarias.
- Pedro, los necesito para el lunes -susurra con un leve acento valenciano- y si h...ace falta me quedo aquí contigo a ayudarte.
El esqueletero vuelve a mirarle el escote y despues echa una mirada a los tres modelos que debe diseñar y construir para el lunes.
- ¿Uno de cada...?.
- No, dos de cada..., pero lo dicho, si quieres me vengo aquí contigo -insiste sonriendo.
- Mira Cristina, yo soy muy hombre y contigo aquí al lado llegaria un momento que no podría controlarme, ya sabes, me gustan los toros, bebo Soberano y me voy de putas todos los viernes.
Cristina suelta una carcajada, se recompone los tirantes de la blusa y me mira con sus ojos claros.
- Por favor Pedro, los necesito para el lunes..., ¿o tengo que llamarte Mauricio Colmenero....?.
- Joder..., vale -claudico echando una mirada a los planos y empezando a hacerle preguntas, renunciando al fin de semana en el monte pero recordando los tiempos en los que no llegaba a fin de mes. Recordando los mordiscos de la crisis y sintiendo algo que desde que me acerco a los 50 estoy empezando a percibir con intensidad, siento que mi trabajo ya no es un trabajo, siento que forma parte de mi propia vida de manera natural.
- Pedro, los necesito para el lunes -susurra con un leve acento valenciano- y si h...ace falta me quedo aquí contigo a ayudarte.
El esqueletero vuelve a mirarle el escote y despues echa una mirada a los tres modelos que debe diseñar y construir para el lunes.
- ¿Uno de cada...?.
- No, dos de cada..., pero lo dicho, si quieres me vengo aquí contigo -insiste sonriendo.
- Mira Cristina, yo soy muy hombre y contigo aquí al lado llegaria un momento que no podría controlarme, ya sabes, me gustan los toros, bebo Soberano y me voy de putas todos los viernes.
Cristina suelta una carcajada, se recompone los tirantes de la blusa y me mira con sus ojos claros.
- Por favor Pedro, los necesito para el lunes..., ¿o tengo que llamarte Mauricio Colmenero....?.
- Joder..., vale -claudico echando una mirada a los planos y empezando a hacerle preguntas, renunciando al fin de semana en el monte pero recordando los tiempos en los que no llegaba a fin de mes. Recordando los mordiscos de la crisis y sintiendo algo que desde que me acerco a los 50 estoy empezando a percibir con intensidad, siento que mi trabajo ya no es un trabajo, siento que forma parte de mi propia vida de manera natural.
¡que bonito es hacer lo que a uno le gusta y poder ganarse la vida con ello!
ResponderEliminarHas captado el mensaje; Beatriz, hoy por hoy me siento a gusto con mi trabajo, siento que poco a poco me rodeo de personas afines que van más allá de la condición de clientes y eso me reconforta muchísimo. Desde luego no me enriqueceré como los asesores de las cajas de ahorro o como los políticos, pero por lo menos me gano el sustento con mis manos y con mis mejores intenciones.
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ResponderEliminarAlgún día seremos amigos después de ser cliente, lo presiento. Ese amor que le pones a lo que haces, que eres tú ya.
ResponderEliminarBueno Azuldeponiente...., el mero hecho de dejar un comentario ya es un "gesto amigo"... por cierto, "azuldeponiente", no logro visualizarlo, el poniente es siempre encendido, anaranjado, incendiado, aunque después vira a un tono dorado que después se vuelve azulado justo unos instantes antes de que llegue la noche y engulla todos las luces, salvo la de los astros.
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