jueves, 24 de julio de 2014

YO Y ELLAS.



    La brisa fue capaz de atravesar toda la ciudad y de remontar por mi calle, aunque también puede que hubiese subido aprovechando el viejo cauce ajardinado del rio Turia, pero terminó saltando el pretil y me acarició mientras yo miraba hacia el objetivo de la Nikon posada en su tripode.




   Sonó el obturador y durante unos instantes me quedé así, con mis largas piernas reposando en el R-160 y con mi espalda encajada entre las cuadernas del Wing Chair, observando el vuelo de las golondrinas que todos los años volvian a sus nidos de saliba y barro y echando de menos a los vencejos, ellos ya habian empezado a regresar a África.




  Me sentí relajado y me habria quedado así un buen rato, observando la risa de un niño y preguntandome donde estaban el resto de los niños. Recordé que en verano la calle estaba repleta de corrillos donde las madres y los padres tomaban la fresca, entonces se mezclaban sus conversaciones con la algarabia de los niños y niñas y con las voces de los locutores de radio. Anochecia y los vecinos cenaban en esos mismos corillos y la chiquilleria cenaba estrujando los bocadillos entre carrera y carrera, para que no se callese la mezcla.
  Y encontré la respuesta unos instantes despues, el niño era yo...., el unico niño capaz de tomar la fresca en una calle desierta en la que ya nadie cenaba en el portal de sus casas.

domingo, 20 de julio de 2014

EL CAMINO DEL ESQUELETERO, EL CAMINO DE PEDRO.






 Quizás fueron demasiados años siguiendo la senda de papá, siguiendo su mismo camino, imitando sus gestos, casi tratando de sustituirle en mi familia cuando él falleció, pero tarde o temprano las personas debemos de tomar nuestro verdadero camino, debemos de decidir por donde queremos ir. Es en ese momento será cuando empezaremos a saber quienes somos realmente y cuales son nuestros verdaderos anhelos.
  Han ocurrido cosas en los ultimos años, la crisis me ha dejado demasiadas cicatrices para que pueda olvidarla, ahora que parece que tengo mas trabajo, pero realmente no es el trabajo en si, es el tipo de trabajo que estoy teniendo y el camino que estoy siguiendo lo que me está haciendo pensar y reflexionar sobre mi propia vida.
  La semana pasada me llamó un clienta nueva, Pilar, asi se presentó, le habia dado mi numero Plácido, de Maderas Hispania y me preguntaba si me podía enviar por mail los planos de unos modelos nuevos que tenían que hacer, pero eran modelos completamente tapizados y ellos eran silleros y ebanistas y ese tipo de encargos les robaban muchas horas.




  Recibí los planos de Pilar y le hice los dos modelos, apenas si hubo que hacer unas pequeñas rectificaciones y mi nueva clienta sonrió satisfecha,  e incluso me pidió que diese una pequeña charla a sus montadores para orientarles en como fabricar esqueletaje para acabos en tapizado completo.





   Realmente no fue necesario, cuando visité la nave de Pilar y vi a sus montadores trabajando en una serie de sillones, le dije.
   - Tienes unos buenos montadores, lo unico que tendrán que hacer es aprender a manejar la grapadora de esqueletero.
  Salí de la nave de Pilar satisfecho,  poco a poco encontraba el camino, el mismo que recorrria con mis perros por el monte o el mismo que rodaba sobre mi bicicleta de montaña, el camino era fabricar por encargo, el camino era mostrarme claro y franco ante mis nuevos clientes, el camino era desmontar una fotografia y convertirla en algo real y tangible, como el Wing Chair o como la butaquita que Paco Iborra me envió por mail.

 







  - Pedro, el decorador quiere una...., ya se que una es como nada -se lamentaria Paco.
   - No te preocupes, Paco
 La ruta era esa, aplicar lo que aprendí de mi padre y aplicar lo que estaba aprendiendo en los ultimos años. Creer en mis pasos y seguir caminando, seguir abriendo trocha hacia donde me guiasen mis principios, a solas o en compañia de la rehala, en compañia de mi manera de ver y vivir la vida.




   

   
 

jueves, 3 de julio de 2014

ALICIA Y EL HIJO DEL WING CHAIR.






  


    El Win Chair de Grant Featherston fue un sillon atrevido, osado y audaz. Fue capaz de vencerse, de inclinarse hacia atrás y de separar sus brazos con si todo él fuese un ente organico que se abriese liberando una atmósfera de calma y placidez, creando un ambiente envolvente y acogedor, como tentadores pétalos, como una flor abierta y entregada al sol.


  El Wing Chair se elevaba, se alzaba y coronaba esa cumbre con un copete amplio y curvo, creando una amplia orbita que se abria más allá de una patas traseras que el diseñador australiano llegó a proyectar por fuera de la propia estructura, buscando un apoyo para su creacion, algo que lo mantuviese desafiante y en un equilibrio inquietante.
   Mi version, es menos extrema, el hijo del Wing Chair pierde la valentia de su padre, pierde su osadia y su atrevimiento y sonrié con unas dimensiones mas dulces y mas timidas. 




 
  No tiene ese altura de vértigo y sus reposabrazos se cierran como una timida flor que busca el roce de quien la elige para reposar, pero que no oprime ni agobia. 



  El hijo del Wing Chair es generoso y crea un regazo de formas suaves, al tiempo envolvente y abiertas, te invita a sentarte erguido o a cruzar tus piernas como un jovenzuelo que escucha las historias que el propio Wing Chair le cuenta, las mismas que su padre le contaba desde Australia, su origen, allí donde nació Grant Featherston.