miércoles, 30 de mayo de 2012

MI VERSIÓN DEL SILLÓN R 160 DE GRANT FEATHERSTON.



Como siempre, la mano tendida de María Hernández me sacó del aprieto, en forma de email, con la información sobre el sillón de diseño sin planos. Resultó ser un icono de los años 50, una creación de diseñador Grant Featherston, basada en unas líneas orgánicas y fluidas que recordasen al mismo fluir de la naturaleza.
Y la verdad es que esos perfiles tan redondeados invitan a sentarse, a dejarse envolver, recordando al huevo primigenio, a esa cáscara que protege al embrión y que, al mismo tiempo, le aporta los nutrientes.
El sábado paseé con la manada entre bosques y claros, pedaleé por la montaña y entre ese trasiego por la naturaleza traté de adivinar las formas de la R 160 Contour, pensé que lo había conseguido.
Y el domingo por la tarde, después de ver a solas “Valor de Ley”, digo a solas porque cuando giré la cabeza para buscar a mi padre, sentado en su rincón de sofá, ya no le vi, me bajé a la vieja carpintería y descubrí que las medidas que me habían dado estaban mal y eran desproporcionadas. Decidí variarlas y empecé a hacer dibujos.
Lo primero era sacar el delantero cóncavo, buscar una curva con un plano inferior, suficientemente ancho, para poder apoyar la cruceta inferior con las patas y una vez con esa base ir elevando los reposabrazos y las barras que conformarían el respaldo, pero siempre imaginando las curvas, esas líneas fluidas y sinuosas que fascinaron a Featherston y que a mi me estaban angustiando y llenando de dudas.

Pero había algo que me inquietaba..., y después de tomar algunas medidas descubro que me he equivocado y resulta que la R 160 ha crecido 9 centímetros más de lo debido; es algo que suele pasar cuando las medidas bailan y cuando uno trabaja con la angustía de estar creando sin más referencias que las fotos y la imaginación.

jueves, 24 de mayo de 2012

EL RETO, UN SILLÓN DE DISEÑO SIN PLANOS.


A media semana me llamó un cliente nuevo al que visité hace unos meses con Duna; la verdad es que de aquella visita me llevé pocas alegrías, por éso me sorprendió su llamada. Me quería enseñar unas fotos a ver que podía hacer. Esa misma tarde volví a pasarme por su nave en el polígono industrial de Masanasa y como no podía ser de otra forma, allí me esperaban dos huesos duros de roer, aunque del sofá tenía plantillas, pero no de un audaz sillón con planta de herradura y sustentado sobre una bancada de madera vista en cruz.
- ¿Y no hay más fotos, ni planos...? -pregunté.
El cliente negó con la cabeza, yo suspiré y unas pocas horas después me aprobaba el presupuesto, demasiado justo, incluso corto y dado con el miedo a perder el trabajo. Desde entonces el dichoso sillón da vueltas en mi cabeza como un holograma y la verdad es que no puedo evitar echar de menos a mi padre..., si él aún estuviera por ahí, rondando y refunfuñando, ya no estaría solo ante el reto.

lunes, 21 de mayo de 2012

TAPIZADOS CASTILLO


Duna me lleva hasta una tapicería familiar que lleva abierta desde el año 55, en Mislata, en la calle Maestro Serrano, nº 6 y con los telefonos, 963791137 o el móvil 645816801. Muy cerca de mi taller de esqueletaje, tan cerca que apenas si pasamos de 3ª, pero bueno, no pasa nada, lo importante es que visitamos a unos tapiceros que trascienden a la mera relación comercial. Duna y yo visitamos a unos amigos, que es lo importante.


Jose y Jorge frente a una estilosa banqueta en equis, parece un diseño sencillo, pero realmente es complejo, sobre todo a la hora de tapizar.


Jorge, el hermano pequeño, sonríe ante la maquina de coser, se desenvuelve bien con ella y va rematando las fundas de unos cojines.
Jose y Jorge me esperaban, posan sonrientes y yo me siento a gusto, me siento como en casa y por éso echo fotos por donde me place, incluso al sofá que les serví la semana pasada. Era un modelo actual, de perfiles muy rectos y con todos sus elementos por separado y preparados para ensamblarse en la casa del cliente, a mas de cuatro pisos de altura y con unas escaleras estrechas y angostas.


El sofá presentado, comprobando que los agujeros estén bien encarados y que las medidas del armazón son correctas.


Y de nuevo desmontado para empezar a tapizar.



Los elementos ya terminados y listos para ensamblar y volver a realizar ajustes y comprobaciones. Después se volverá a desmontar para embalar y poder subirlo al piso, pieza a pieza.




Sobre el sofá a punto de rematar, se observa la tela con la que se confeccionarán unos cuadrantes o pequeños cojines que servirán para decorar o para acomodarlos al gusto, a veces como pequeñas riñoneras, otras para suplementar los apoyabrazos o para colocarlos sobre las piernas y alzar el portátil o la revista que se desee ojear.


Y en el zaguan de Tapizados Castillo me encuentro con este curioso puf bautizado por Jose como puf Amor y realmente el aspecto es sugerente, transmite unión, transmite complicidad, recuerda a un abrazo intenso, profundo, íntimo, entregado, apasionado.


Y muy cerquita de ese puf tan especial, descubro todo un clásico, una silla con asiento de muelles, respaldo de rejilla y decorada con pan de oro y con un auténtico craquelé. Durante unos instantes observó esas grietas surgidas al azar cuando las tensiones entre los barnices y lacas terminan fracturando la superficie.



Y como no podía ser de otra manera, en la tapicería de los hermanos Castillo no podían faltar los muestrarios de telas ni las barras para cortinas, algunas de latón, de metacrilato, de madera o de hierro forjado.



sábado, 19 de mayo de 2012

DANZANDO ENTRE JUGUETES, UN APUNTE DE DECORACIÓN.



La semana pasada un amigo y vecino me pidió que subiese a su casa para darle mi parecer sobre el sofá que debía ocupar el salón de la casa. Me confesó que habían estado visitando bastantes tiendas de mobiliario pero no encontraban nada que encajase en las especiales medidas de la casa y con el problema de tener que mover el sofá, un par de veces al día, para poder tender y recoger la ropa.
Me encontré con un salón decorado con gracia pero con un pequeño hueco de 1,35 metros donde encajar una rinconera, de sección redonda que iría separada del sofá de 1,95 m.,  provisto de ruedas ocultas y de un asidero, disimulado tras los cojines del respaldo, para poder mover la pieza.
Tomé medidas y antes de marcharme me enseñó el resto de la casa, incluso las habitaciones de sus hijos, chica y chico. En la de la niña me encontré con un detalle que me hizo sonreir y que me emocionó.




Mi amigo había hecho para su hija, una barra de danza muy especial, una barra de metacrilato repleta de juguetes, de cachivaches que se iban guardando cada vez que merendaban fuera de casa o cada vez que compraban un huevo kinder. Por unos instantes imaginé a la chiquilla haciendo sus ejercicios de la mano de esos juguetes que la observaban desde dentro del tubo, aunque lo que mi amigo no sabía, es que alguna noche, esos muñequitos desenroscaban las tapas de los laterales y trataban de imitar a su hija bailando encima de la barra..., quizás por eso, alguna mañana, Cristina se preguntaba que hacían los muñequitos encima de la alfombrilla, allí caidos y fuera de la barra de danza.