martes, 1 de mayo de 2012

AMARGURA Y TRISTEZA ENTRE BALANCINES.



El cliente me trajo un viejo balancín, tapizado con polipiel verde y con bastantes agujeros de carcoma; lo tenía en el almacén y una clienta lo vió y lo encontró gracioso y cómodo. Me trajo la muestra y me pidió que le hiciera dos iguales.
No le puse muy buena cara, el balancín era de madera vista y ése no es mi fuerte, requiere usar haya, que es bastante cara, y luego dedicarle bastantes horas de lijado pero, al final, me convenció y empecé a sacar unas plantillas, a trocear los pesados tablones de haya y, después, a cortar en la sierra de cinta, para después empezar a lijar.

En la foto superior se puede ver el delantero encolado y, al mismo tiempo, forzado en una posición para corregir la llamada, en argot, garcea. Se trata de que las piezas no guardan una paralela perfecta entre ellas, por eso se encola forzando ese revirado.

Los balancines terminados, con los bastidores de respaldo y asiento sueltos. Estas piezas se tapizan por separado, facilita enormemente el acabado de los balancines y se aprovecha el tiempo que pasan en el pulimento.
Al cliente le gustaron y yo le comenté que los pondría en el blog, entonces me miró de medio lado y dijo.

 
- Joder, como te estas aprovechando de nosotros.

 
Me quedé perplejo, sin habla y recordé una frase que habia leído en el
face y que, más o menos, decía algo así, "antes de preguntarte si tienes una depresión, pregúntate si es que no estas rodeado de gilipollas...."