Si el esqueletero extiende la mano casi que roza las líneas primigenias de la Pelicano de Finn Juhl, la mira y sonríe, es cierto, le recuerda a ese icono olvidado del genial danés, de ese arquitecto que diseñaba sofás, sillas y sillones de formas y líneas personalísimas, ligeras, especiales, fluidas, orgánicas. Unos modelos entre los que la Pelicano surge distinta y diferente, bajita y chaparra, reclinada, demasiado atrevida para los años 40 y demasiado rara para los tiempos actuales.
La Pelicano se aleja de los finos torneados de Juhl, de las tapicerías pretas y de perfiles limpios, se aleja de la madera vista y de los óvalos..., la pelicano no parece un diseño de Juhl y mira al Poeten sabiéndose mas cercana a él que a la silla numero 45.