Esta tarde he ido a buscar trabajo, he cerrado el taller y he conducido la ranchera hacia Albal, un población muy cercana a Valencia y con bastante tradición mueblista.
He conducido sin gps y sin haber memorizado antes la ruta, siguiendo los paneles informativos de la autovía, rodando sobre un asfalto sin apenas tráfico y desviando mis ojos durante unos instantes hacia una enorme central eléctrica. Me han llamado la atención las gigantescas torres de conducción eléctrica, sucediéndose una tras otra y enlazándose por gruesos cables que se combaban, ligeramente, entre torre y torre. Me he imaginado a la corriente eléctrica llegando a las ciudades, a los pueblos, a los polígonos y a esa fábrica de esqueletaje que he descubierto al mirar a mi izquierda, por encima del quitameidos.
He sonreído satisfecho, mi intuición no me ha fallado y después de salir de la autopista he sido capaz de llegar hasta la misma puerta de la fábrica, aunque las dudas han surgido cuando a través del telefonillo me han preguntado a quien buscaba. No sabía como presentarme.
- Vengo de parte de Plácido, de maderas Hispania.... -he respondido.
Durante unos instantes el telefonillo ha estado crugiendo y mumurando y después ha zumbado la cerradura, al otro lado me esperaba Vicente Nadal, vestido con el guardapolvos y destilando el mismo olor que emana de mi, oliendo a madera.
La entrevista ha sido breve, no habrá llegado ni a cinco minutos, pero han sido sufientes para dejarle claras mis intenciones y para que Vicente me enseñara algo de la fábrica y uno de sus controles númericos.
- Desde Navidad a ahora han venido unos cuantos tapiceros, pero son pequeños y yo no les puedo atender -me confesaba Vicente.
- Vaya, pues esos son mis clientes..., talleres pequeños que piden pocas cantidades.
-Muy bien, pues déjame tu número de teléfono y cuando vuelva alguno de ellos, te lo envío.
- De acuerdo y lo mismo le digo, yo suelo hacer prototipos para grandes series, la próxima vez hablaré de usted.
Pese a la brevedad he salido contento de la fugaz entrevista, quizás porque manejando ese control númerico he visto algo que me ha hecho sonreír y que me ha hecho pensar que Vicente Nadal es una persona abierta a las nuevas ideas y a los nuevos tiempos.
Golpeando con la maza y encajando la pieza, una oficial preparaba las piezas en el control numérico con energía y brío, con semblante serio y concentrada. Su negra melena, perfectamente recortada a la altura de las suaves mandíbulas, se balanceaba graciosamente y el serrín ni osaba a posarse entre sus cabellos...., o eso he creído yo.