Son unas patas torneadas de estilo clásico, bordón arriba, el cuello en media caña, un pinto y se estrecha limpiamente casi hasta el final, pero decido hacerle otra media caña, estrecha y sutil para que la pata se vuelva mas elegante, un ultimo guiño, una aportación del esqueletero que aprendió a tornear gracias a su padre... que no era tornero, era esqueletero como he terminado siéndolo yo.
Me angustia ir olvidándome de mi padre, me angustia ir olvidándome de mi madre... torneo y cabeceo pensando en el inmenso favor que me hizo al comprar ese viejo torno, al llegar a un acuerdo con el anciano tornero que me enseñó los principios básicos de un oficio que me da una libertad impagable... tan solo es una banqueta, muy larga, de poco mas de dos metros... un mueble sencillo pero lleno de sentido, lleno de recuerdos que vienen y se van. Recuerdo a mi madre envuelta en su batín rojo... pero miro a mi alrededor y no la encuentro... veo la banqueta, veo los orejeros que suben y bajan la escalera... fantasía tardía.