
Estaba empezando a trocear dos sillones Makurdi cuando el predador ha entrado en la vieja carpintería, sigilosamente, como un ténue suspiro y mirándome desde esos ojazos azules, quizás fríos, como los reflejos de un glaciar, quizás con ese pasado aún anidando entre sus neuronas.Josie, la loba, ha entrado en el taller y después de saludarme se ha tumbado buscando el frescor del suelo, casi como sabiendo que bajo la capa de cemento reposa la fértil tierra que el Turia fue depositando durante cientos de años sobre sus orillas y riberas.


Josie reposa jadeando y, mientras charlo con Ángeles, observo su pelaje claro, rubio, el pelaje que me recuerda a la sabana africana en la época de sequía, al de los leones, incluso parece querer mimetizarse con los tablones de pino traídos desde las Landas francesas.

- Chema, no te quedes ahí y pasa al fondo.
Rie, niega con la cabeza, da una calada y dice.
- Calla tío que desde aquí te estoy oyendo tararear el temita de Pulp Ficttion.
Soltamos unas risas y Chema se vuelve a sus dentaduras, yo sigo cortando los tablones y preparando el piecerío de los Makurdi, trabajando con las puertas abiertas y sintiendo la intimidad de mi mundo, entre tablones y ensoñaciones, entre virutas y dunas de serrín.


Josie reposa jadeando y, mientras charlo con Ángeles, observo su pelaje claro, rubio, el pelaje que me recuerda a la sabana africana en la época de sequía, al de los leones, incluso parece querer mimetizarse con los tablones de pino traídos desde las Landas francesas.

Que una loba entre sin que me entere en la carpintería es lo que puede ocurrir cuando trabajas con las puertas abiertas, a veces, son vecinos los que se asoman y se quedan observando mi trabajo, mis idas y venidas.
Hace un ratito ha estado Pepe, un viejo conocido de casi 77 años, que hablando y hablando me ha dicho que junto a su mujer lleva casi 64 años. Al poco ha llegado ella y se han ido de la mano, me he vuelto a quedar solo en la vieja carpintería, pero apenas unos minutos después se ha asomado Chema, un canarión de piel oscura, hablador y protésico dental. Tiene su laboratorio frente a la carpintería y estos dias soy yo el que le visita buscando el frescor del aire acondicionado. Chema se queda en la puerta, fumando y con el inalámbrico en la mano.- Chema, no te quedes ahí y pasa al fondo.
Rie, niega con la cabeza, da una calada y dice.
- Calla tío que desde aquí te estoy oyendo tararear el temita de Pulp Ficttion.
Soltamos unas risas y Chema se vuelve a sus dentaduras, yo sigo cortando los tablones y preparando el piecerío de los Makurdi, trabajando con las puertas abiertas y sintiendo la intimidad de mi mundo, entre tablones y ensoñaciones, entre virutas y dunas de serrín.