Siempre es así, me pongo el caso, escucho el sonido en frio del motor en V de la 535, suena el típico clonk al engranar primera y viajo en el tiempo, aterrizo en la tapicería de Juan Vicente, después de salir del túnel, contengo la respiración y allí mismo, justo en el rincón en el que conocí a Joseph Hoffman y a Charles Eames, me encuentro con el Lady (1951) de Marco Zanuso.
Pequeño, de asiento bajo, dulce, de perfiles muy suaves y líneas casi tímidas. Me acerco a la creación mas celebre y conocida de Zanuso y me siento, me recreó, me sorprende la escasa altura del asiento, veo a mis rodillas demasiado altas pero me encuentro cómodo, mis brazos reposan relajados y sonrío dejándome acoger por un diseño mítico, por un Bel Design que reposa actualmente en el Moma y en algunos hogares privilegiados, pero eso si, reposa siempre sutil, inofensivo, sin una sola arista, sumiso, callado, siempre a la espera, siempre dispuesto a mitigar nuestra fatiga, aunque también es capaz de mostrarnos un rostro oculto, una vista contundente cuando te agachas frente a él y lo contemplas a ras de las baldosas, a ras del terrazo, a ras del parqué.
yo que tengo las piernas cortas, seguro que estaría comodísima en este.
ResponderEliminarJe, je, je..., yo mido 1,80 y también estaba comodo, aunque quizás demasiado bajo..., pero desde luego Bea estarías comoda, te lo aseguro.
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