De la misma forma que el niño pensó que aquel viejo tapicero era el diablo ( El render degolló al dibujante), yo a veces pienso que no estoy fabricando esqueletajes, a veces creo que son osos, otras veces los veo como pelicanos y alguna vez como a cachalotes blancos heridos con cientos de arpones.
Me los imagino como a animales contra los que lucho, pero nunca hay sangre ni muerte, nunca hay violencia ni ensañamiento, todo es un reto y esta tarde he logrado superarlo, sin embargo, no me ha invadido la saludable y placentera euforia que me llena cuando observo el trabajo concluido...., he sentido como tristeza al terminar el ultimo sillón
He conseguido bajarlo yo solo de la mesa de montaje y lo he vuelto a mirar, pero ya sin sorprenderme, ya sin impresionarme.
Ya no me asustaba como cuando hice el primer modelo, realmente me parecío como un miura o como una enorme tarantula capaz de apresarme entre sus queliceros para despues envolverme en su tela hasta dejar que mis miedos y mis complejos volviesen a derrotarme.
Traté de pasar este encargo a otros esqueleteros..., pero el cliente se empeñó en que lo hiciese yo y no tuve mas remedio que ponerme delante del toro y tentar a la enorme tarantula otra vez.
Y la verdad es que ha sido un hermoso reto que me ha hecho trabajar muchas horas y planificar bien, mejorar las plantillas, corregir los errores que Juan Carlos me señaló, para finalmente lanzarme a lidiar a las dos ultimas reses bravas, pero sabiendo que todo iba a salir bien, usando la sierra de buchir para cortar las consolas y marcando los costados directamente, antes de treparlos. Sabiendo que tenía que grapar esos mismos costados en un determinado orden, para poder tener angulo, sabiendo la secuencia de montaje del respaldo y rematando con el taladro para alojar los mechones de las patas.
El ultimo Miura se ha quedado quieto sobre la mesa, enorme, poderoso, impresionante....., pero sometido y dominado.
- Gracias...., has sacado lo mejor de mi.
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