
Esta vez no hace falta que monte sobre Duna para visitar a Vicente Boluda, tanto él, como yo, seguimos viviendo en la misma calle donde nacimos, en la calle Pintor Goya de Valencia. Nos vemos casi todos los días, de la misma forma que nuestros padres y nuestras madres se veían casi todos los días; ahora solo quedan ellas, las madres.
Mi padre, el viejo ebanista, ya nos dejó después de esos ocho años de invalidez, pero el padre de Vicente Boluda, el artista fallero, decorador y dibujante, falleció casi sin avisar, justo cuando vivía la placidez de la jubilación y sin dejar de asistir a cursos, sin dejar de apreciar cualquier atisbo de arte en la vida. Recuerdo el entierro en Llanera de Ranes, en una mañana inundada de un sol intenso y con los ribazos de aquellos caminos rurales envueltos en una explosión de color y vida, recuerdo como sonó esa canción de Serrat que habla de la Carrera de San Jerónimo y de un gorrión, de la misma forma que Beni Goodam y Glenn Miller sonaron en el funeral del viejo ebanista.
Recuerdo que hace ya bastantes años, me lo encontré en el portal de la finca, observando atento una raya de lápiz, que empezaba en el mismo portal y que terminaba tres pisos mas arriba en una graciosa espiral.
- ¡Fíjate Pedrín con que gracia a terminado la travesura, tiene su cosa, tiene su armonía!.
Aquella observación me impactó y desde entonces trato de apreciar los matices y el detalle agradable de una realidad que muchas veces no lo es.
Y mi amigo Vicente siguió la estela artística de su padre, su hermana Celia también. Su mujer, Amparo, se convirtió en esa compañera, en ese apoyo que toda persona anhela en la vida y la hermana mayor, y amiga mía, Amparín también estuvo ahí, criada entre óleos, acuarelas, lacas y pan de oro. Crecieron enmedio de ese oficio, el mismo que continuó Vicente Boluda.
Pero los tiempos van cambiando y Vicente, como yo mismo, tiene un blog en el que muestra algunos de sus trabajos. Me he permitido la confianza de traer aquí algunas de sus fotografias, pero también otras que tienen bastantes más años, imágenes de otra época, de otros años, de un tiempo pasado que no deberíamos olvidar nunca.
Esta fotografía refleja un mundo curioso, el del cartón-piedra, el de la fantasía de las Fallas y el de la creatividad de los artistas. Refleja el mundo que envolvió la vida de los tres hermanos, Amparín, Vicentín y Celia..., dicen que de casta le viene al galgo.
Vicente Boluda, padre, decorando una inmensa consola con detalles y relieves chinescos.
Uno de los ninots hechos por Vicente Boluda que resultó indultado y que, más tarde, la revista erótica LIB inmortalizó en sus páginas.
Esta fotografía está tomada en la planta baja, gemela a la mia. Nuestros padres llegaron a trabajar codo con codo, viveron aquella época en la que aún se cenaba en los portales de las casas y en la que el griterío de los niños y sus juegos llenaban los barrios en las noches de verano.
Colocando precinto para ir rematando las fallas.
Pero el tiempo no deja de pasar, de correr o de volar, y Vicente nos muestra desde su blog todo lo aprendido a la vera de su padre.

Esto es solo una breve muestra de los trabajos de mi amigo, podéis visitar su blog Vicente Boluda o enviarle un correo a vicenteboluda@gmail.com o llamarle al móvil 610864362