Antropomorfo e inquietante...., el sillón sobre el que Freud escuchaba a sus pacientes, me mira desde el banco de trabajo.
Aun no está terminado pero aún así, en estado de gestación, resulta sugestivo y atrayente, casi como lo prohibido, como lo oculto, como lo desconocido, como eso que habita en lo profundo de nuestra psique y que el padre del psicoanálisis se empeñaba en desenterrar, escuchando sentado en el sillón, de piel, como de piel humana, como una proyección de homo, agazapado a la espalda del neurólogo, con sus brazos proyectados hacia delante, envolviéndole y con las manos unidas a las consolas de haya que recuerdan a las varillas o a los hilos que mueven las marionetas, o a los tendones y nervios que ascienden por un respaldo estrecho rematado en un cabezal de parietales ensanchados.
El cerebro parece crecer solo hacia los lados, un crecimiento deforme, extraño, desagradable..., eran los traumas, las fobias, los odios, los anhelos y deseos reprimidos.
El camino del crecimiento, de la maduración mental, atravesando campos a veces sórdidos, extraños, vergonzosos, inconfesables..., lo que nos hace ser como somos, brillantes, complejos, diferentes, imprevisibles a veces, aunque previsibles cuando las emociones nos manejan, cuando el cerebro reptiliano aparece y anula el neocortex, cuando la química inunda las circunvoluciones cerebrales y el consciente, el yo racional se ve contra las cuerdas acosado por el otro que habita en nosotros mismos.
Y el sillón parece mirarme, incluso parece reír cuando le digo en la soledad del taller de esqueletaje.
- Te voy a bautizar como "El sillón de hacer Vudú".
Pero el antropomorfo no monta en cólera, me observa, deja escapar una voluta de humo y contesta.
- Hablas desde tu otro yo, desde ese que se reprime y que nunca dice no..¡¡¡¡, no quieres que nadie te clave mas agujas, ahora las quieres clavar tu, así te ves y así me ves.
¡Espectacular!
ResponderEliminar¡¡ Gracias Bea..¡¡¡, esperemos a verlo tapizado y empezaré a pasar consulta, je, je, je
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