Se llama Martina Z, quizás demasiado retro, quizás demasiado vintage... así es ella y su nombre no es capricho, tiene su sentido, lo tiene para mi porque siempre que uno se inspira en alguien, le debe de sonreír o guiñarle un ojo, un gesto, una reverencia sutil al que fue por delante.
Se llama Martina Z... porque entre otras cosas veo formas de mujer, curvas y estrecheces, las de las caderas al final de la sentada que te engulle entre los brazos curvados como toboganes sobre los que te deslizas lujuriosamente. Pueden recordar a unos labios que te conducen al centro del todo, a la entrega pasional entre los brazos de una butaca sensual y al tiempo ardiente, delgada pero con formas insinuantes y siempre allí, en el rincón del dormitorio, observándote cuando te desnudas, cuando duermes... y a ti te gusta mirarla porque recuerda a lo autentico, a otros tiempos, a aquel hotel en el que amabas y eras amante.
Se llama Martina Z y ya tiene amantes, quizás porque es demasiado vintage y demasiado retro, quizás porque recuerda a iconos nacidos a orillas del mediterráneo y llenos de vida, cálidos y vivos, lejos queda el vintage danés que tanto me ha inspirado, elegante, dulce, cálido...pero sin chispa, sin la sonrisa insinuante, sin la mirada latina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario