jueves, 9 de noviembre de 2017

RO... EL REPLICANTE.



 
 
 

       - ¿Quién soy...?
      Apenas si entra claridad por el tragaluz cegado por el serrín, por el polvo, por el paso del tiempo convertido en algo sólido. Suelo delirar y creer que cuando deje de entrar la luz, me jubilaré o habré muerto, aquí mismo, a los pies de RO... el Replicante, a los pies de los tablones.
     - Eres una réplica pero eres igualmente auténtico, tienes parte de mi, de mi ilusión, de mi deseo...y eres hermoso...él te diseñó bien.
     El Replicante me observa y se mira, después a mi de nuevo.
      - ¿Y como son los otros...?
      - Son sintéticos,  de fibra, pero durarán mas que tu y que yo... yo soy orgánico y poco a poco envejezco, tu eres de madera y poco a poco te irás degradando.
 
                                                       

 
     Silencio, cae la noche fuera del taller y los fluorescentes crean un ambiente artificial, casi frio, el sol ya no crea ese ambiente cálido y lleno de vida, el serrín cubre mi piel y mis manos, se cuartea si muevo los dedos. Silencio, la luz de las farolas es ambarina.
    - Mañana te marcharás, eres un replicante, pero no olvides que te ha hecho un humano con sus manos y con su alma, con sus defectos, con sus vicios, con sus miserias.