La madera ya no está oculta, la madera ya no está vestida pero tampoco es madera vista, tampoco es el esqueletaje tapizado, forrado, revestido de telas y colores, ceñido con costuras, con puntadas cortas y pretas, no hay otra forma de trabajar, por eso las mano del tapicero no saben deconstruir, o no quieren deconstruir al Chesterfield, al mas noble de entre los muebles tapizados, ese que fue encargado por un conde ingles, un sofá de club, un sofá regio y grave, testigo de las trascedentes charlas en los exclusivos clubes, frecuentados por lores y nobles de moral intachable y al tiempo inconfesable.
Nadie puede deconstruir un Chesterfield, nadie puede desnudar a un lord ingles públicamente, por eso al tapicero le cuesta tapizarlo así, como de malas maneras, dejando al aire los nudos de los tiros, mostrando las tripas, la gloria y la arpillera, los refuerzos oxidados y los gabarrotes..., pero el tapicero deconstruye y se reconstruye a si mismo, evoluciona y escucha al cliente, trata de asimilar su gusto por lo deconstruido, por lo que demanda una parte del mercado que no puede esperar y que cree que la inmediatez de internet se puede aplicar a un mueble, a un sillón, a un hacer artesano.
El tapicero crece y descubre que con sus manos puede satisfacerle, descubre que hay un camino extraño que serpentea entre lo viejo y entre lo inacabado que puede ser hermoso, se sorprende de que imitando la vejez y la fatiga hace feliz al cliente que ya no tiene tiempo de comprar un Chester para dejarlo envejecer, no tiene mas remedio que deconstruirlo para venerarlo, para verle sus tripas, quizás para buscar algo entre lo de fuera y lo de dentro, a medio camino entre lo que vemos y lo que imaginamos...., y tapiceros y esqueleteros crecen, se desnudan.....
....... se despojan de las ropas demasiado pesadas, de las vendas de los ojos y echan a caminar por los nuevos caminos, por las estrechas sendas que la crisis ha dejado libre de escombros porque quien no siga esa senda que se retuerce entre cadáveres terminará siendo mas de uno de esos cadáveres..., como esos que se descubren en el horizonte, envueltos en aparente grandeza, en aparente vistosidad pero alzados sobre la soberbia y la estupidez, sobre la estafa y el saqueo a un pueblo con su verdadera identidad quemada, abandonada, reducida a huertas olvidadas y a alquerías ocupadas en las que ya no se habla castellano ni valenciano.
hay que ver todo lo que puede decir un sillon, cosas tan intimas como la desnudez
ResponderEliminarUna desnudez Marcela, que no es mas que un gesto humilde, algo metafórico que habla de desnudarse para volver a vestirse con la mayor naturalidad y sencillez posible.
Eliminarsimplemente autentico.....
ResponderEliminarAutentico y sincero..., casi esencial,
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