Después de hacer fotos a la chaise longue que susurraba a los jinetes, volví a montar en Duna y rodé hasta la tapicería de Ángel Zamora y de su mujer, Flor.
Paré en la puerta y mientras estaba haciendo fotos a Duna, Ángel asomó por la puerta sonriendo y abriéndome las puertas de su local.
Nada más entrar la mujer de Angel se acercó sonriendo.
- Vaya, por fin nos conocemos..., soy Bonache.
- Ya lo sé, ya..., pero no me has dejado tiempo a rematar los cojines de la chaise longue.
- Es que me he pasado por Comes y me he dicho, me paso ya..., bueno y no te preocupes que en las tapicerías siempre hay algo que ver.
- Ya lo creo..., -interviene Angel- y mira, aquí tienes las chaise longue, aún me falta poner los herrajes a los cojines del respaldo.
La chaise longue parece mirarme y casi como preguntando si me gusta el traje que Flor y Ángel han tejido para ella, yo casi le respondo que el polipiel negro es poco lucidor, demasiado negro en medio de todos los colores que asoman desde los muestrarios.
- Mira ¿a qué no sabes que ésto...?-me pregunta señalando hacia dos estrechas butacas de madera vista.
La chaise longue parece mirarme y casi como preguntando si me gusta el traje que Flor y Ángel han tejido para ella, yo casi le respondo que el polipiel negro es poco lucidor, demasiado negro en medio de todos los colores que asoman desde los muestrarios.
- Mira ¿a qué no sabes que ésto...?-me pregunta señalando hacia dos estrechas butacas de madera vista.
- Jo..., yo diría que son como butacas de iglesia, ¿no...?.
Y Ángel suelta una risa.
- De iglesia también tengo ahí dentro..., pero éstas son dos viejas butacas del cine Rialto.
- ¡Coño..! -exclamo y durante unas décimas de segundo los recuerdos se apelotonan en mi mente, recuerdo aquellas hileras de butacas abatibles, recuerdo el NO-DO, el especial sonido de las salas de cine, la gigantesca pantalla a color, la oscuridad de la sala..., y también pienso en Marga, de EnAteneo. Imagino que viendo esas butacas se dispararía su imaginación y crearía un post brillante, ameno y genial sobre esa mítica sala.
Ángel me invita a pasar al taller donde trabaja él, Flor lo hace en una salita de costura, entre la pequeña exposición y la tapicería en si misma. Se sienta sobre una graciosa y comoda silla setentera o vintage y continua cosiendo las cremalleras.
- Esa silla es preciosa... -murmuro mientras la enfoco con el móvil. Flor sonríe tímida pero sigue manejando la máquina, encarando la cremallera, ayudando a su marido, trabajando con él, estando ahí como la mejor cómplice que uno pudiese encontrar, como la mejor compañía, como la visita más deseada.
- Y es muy cómoda -me contesta ella, sonriendo y dándome el perfil.
Flor se queda ahí y Ángel me enseña el resto de la tapicería, allí me encuentro con un venerable reclinatorio y con un audaz sillón de diseño que me recuerda mucho al precioso diseño de las sillas Panton. No puedo evitar comparar las dos piezas, madera contra fibra, tallas contra tubos de acero cromado, comodidad contra sufrimiento, sueño y reposo contra confesiones y remordimientos. Son las esencias humanas reflejadas en sus muebles y en sus objetos, en la decoración, en las distintas formas de concebir la existencia y los entornos.
Pero en estas viejas tapicerías,en estos viejos talleres siempre hay algo más, siempre hay trabajos que quedaron olvidados, telas que en su día estuvieron de moda, por eso Ángel me enseña un viejo sofá de estilo Isabelino lacado en blanco, que reposa mudo y aún desnudo, esperando el día en el que alguien le mire y diga..., "lo quiero".
Por cierto, Ángel y Flor tienen su tienda-taller en la calle Marino Albesa de Valencia y responden al telefono 963301902..., en ese barrio ya casi que se puede oler el mar y la playa, desde allí, la Avenida del Puerto corre presurosa hacia él, hacia el gran azul.
- ¡Coño..! -exclamo y durante unas décimas de segundo los recuerdos se apelotonan en mi mente, recuerdo aquellas hileras de butacas abatibles, recuerdo el NO-DO, el especial sonido de las salas de cine, la gigantesca pantalla a color, la oscuridad de la sala..., y también pienso en Marga, de EnAteneo. Imagino que viendo esas butacas se dispararía su imaginación y crearía un post brillante, ameno y genial sobre esa mítica sala.
Ángel me invita a pasar al taller donde trabaja él, Flor lo hace en una salita de costura, entre la pequeña exposición y la tapicería en si misma. Se sienta sobre una graciosa y comoda silla setentera o vintage y continua cosiendo las cremalleras.
- Esa silla es preciosa... -murmuro mientras la enfoco con el móvil. Flor sonríe tímida pero sigue manejando la máquina, encarando la cremallera, ayudando a su marido, trabajando con él, estando ahí como la mejor cómplice que uno pudiese encontrar, como la mejor compañía, como la visita más deseada.
- Y es muy cómoda -me contesta ella, sonriendo y dándome el perfil.
Flor se queda ahí y Ángel me enseña el resto de la tapicería, allí me encuentro con un venerable reclinatorio y con un audaz sillón de diseño que me recuerda mucho al precioso diseño de las sillas Panton. No puedo evitar comparar las dos piezas, madera contra fibra, tallas contra tubos de acero cromado, comodidad contra sufrimiento, sueño y reposo contra confesiones y remordimientos. Son las esencias humanas reflejadas en sus muebles y en sus objetos, en la decoración, en las distintas formas de concebir la existencia y los entornos.
Pero en estas viejas tapicerías,en estos viejos talleres siempre hay algo más, siempre hay trabajos que quedaron olvidados, telas que en su día estuvieron de moda, por eso Ángel me enseña un viejo sofá de estilo Isabelino lacado en blanco, que reposa mudo y aún desnudo, esperando el día en el que alguien le mire y diga..., "lo quiero".
Por cierto, Ángel y Flor tienen su tienda-taller en la calle Marino Albesa de Valencia y responden al telefono 963301902..., en ese barrio ya casi que se puede oler el mar y la playa, desde allí, la Avenida del Puerto corre presurosa hacia él, hacia el gran azul.
¡Qué piezas más bonitas y con años a la espalda!, nada de vintages...son casi todas antiguedades. Las butacas de teatro son piezas muy cotizadas, seguro que tienen ya más de 100 años y pasan a la categoría de antiguedad, y qué decir del reclinatorio? Pongamé media docena que de esos ya quedan como no llames al electricista del Codice, :), y ya de paso me quedo también que el sillón Isabelino.
ResponderEliminarUn abrazo.
Je, je, je, Deco, el electricista del códice tenía las miras mas altas y ahora parece que quiere descabezar a toda la iglesia, sus ultimas declaraciones son escandalosas, pero como todo, tendrá que probarlas. Pues el sofá isabelino está a la venta, espera a alguien que se encapriche de él..., y encima es blanco, como los sillones de tu cabecera.
EliminarLas butacas del cine Rialto!! Madre mia! pues no ha pasado tiempo. Eso me recuerda a los D´Ors, seguro que sus almacenes también guardan algunas, por no hablar las que tienen todavía en activo!!
ResponderEliminarLomanú, antes de nada, darte la bienvienida como seguidor y como comentarista y si, dos butacas con mucha hisrtoria entre sus vetas y con muchas peliculas vistas..., por cierto, el asiento estaba hecho con muellessssss......¡¡¡¡¡¡¡¡
EliminarHola Pedro.
ResponderEliminarLas butacas del cine son muy parecidas, si no son las mismas, a las que tenemos en el teatro principal, en terciopelo rojo y también de muelles.
En cuanto a la chaise longue, impresionan sus medidas, fácilmente haría de catre con nota ;)
Interesante entrada Pedro, como siempre.
Un saludo, Tapestry.
Es muy posible que sean las mismas butacas y también es muy posible que en su momento se estabdarizara esa medida, por cierto, el pulimentador montó al reves el asiento,pensando que la madera vista era para sentarse cuando realmente era para la posición de "plegado". Y si, la chaise longue soportará muuuuchasssss siestasssssssss.
EliminarQue inspiradora visita al taller de Ángel y Flor, es verdad que mirando las sillas se dispara la imaginación pensando en las historias vividas en ellas. Las manos de Flor se ven de artista, me las imagino moviéndose con rapidez a la vez que con precisión.Por cierto, veo a Duna con ganas de entrar también...
ResponderEliminarSaludos y feliz día!!
Je, je, je...,claro que Duna habría entrado también...,realmente ella forma parte de todos estos post.
EliminarY bueno Kat, pasaremos felizmente este día, que incluso al final del día parece que siempre aparece algo que me hace sonreir.
Que visita tan educativa. Este taller parece un museo, las obras de arte son maravillosas y con mucho paso del tiempo en sus espaldas.Se nota que Flor y Angel son todos unos profesioneles, todo esta hecho con mucha precisión y cariño.
ResponderEliminarSaludos
Así es Dana, esos talleres pequeños son auténticas maquinas del tiempo, te puedes encontrar de todo...., y en este caso todo bueno. Y respecto a Angel y a Flor, pues ¿que decirte...?, que pienso que es un lujazo tener a tu pareja junto a ti, apoyando, ayudando.....,
EliminarMe quedo con ese isabelino.Son piezas con las que uno disfruta como un chino trabajándolas.Me encantan.Y con su esqueleto imponente de roble...
ResponderEliminarBuen reportaje Pedro.
saludos.
A Ángel tanbién le gusta el isabelino y le tiene ganas, pero hasta quee aparezca una novia o un novio....,ahí estará esperando.
EliminarMe encantan las butacas del cine, recuerdo que si era sesión doble los muelles se dejaban notar en el culete.... Preciosas, y entonces no les hacíamos ni caso ¿verdad?.
ResponderEliminarEl reclinatorio me llama la atención, y a mi que me gusta casi todo, esa pieza en concreto siempre me ha dado repelús, no sé el motivo.
El taller de tapicería una maravilla.
Buena semana
Julia, esas butacas despiertan recuerdos a todo el mundo y los reclinatorios reflejan una forma de pensar, de concebir la esxistencia y el sentido de la vida para las personas que tienen creencias religiosas, en este caso fe en la fe cristiana. Forma parte dede nuetra del advenimiento de la conciencia, de nuestra supuesta trascendencia a la muerte.
EliminarQue sorpresa! Estaba algunos días... en "las nubes" y no vi este post. Me encanta! Además, debo conocer este taller!
ResponderEliminarSobre la "provocación" del post... Primero tengo que instalarme en Valencia para poder publicar todo los post que he prometido. Que tema tan, tan interesante !
Bueno Marga, pensé en ti porque tus post sobre Valencia destilan tanto calor, tanta humanidad, tanto cariño...., bueno, y me alegro de que estuvieras "entre nubes", cuando cuelgas el cartelito de "ahora vuelvo", me inquietas.
EliminarPor cierto, visita a Angel y a Flor cuando te apetezca, Flor siempre está.
Świetnie napisane. Pozdrawiam serdecznie.
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