La Virago se inclina, se hunde sobre sus horquillas cuando paro en la tapicería de José Pardo, es una reverencia, es mi propio gesto cuando me quito el casco y observo el trabajo de José, pero el joven tapicero ni me habla de los sillones, desea hablar de su padre, me habla de su padre, de Toni Pardo, uno de los últimos tapiceros valencianos que aprendieron el oficio siendo muy jóvenes, ni siquiera adolescentes.
-No está muy bien -admite José- ahora se le ha pasado a los huesos, el otro día vino por aquí, quería coser un doble vivo y no pudo, se levantó y se fue a casa -sus ojos se humedecen, recuerdo la enfermedad de mi padre y el momento en el que me quedé solo en el taller de esqueletajes, José esta a punto de quedarse solo en la tapicería- el ya no puede trabajar, le cuesta pensar pero yo necesito que esté aquí, me aconseja y a veces solo con su mirada entiendo lo que quiere decir, me podría enseñar tanto... pero la morfina lo esta dejando como dormido, los huesos le duelen horrores.
- Has aprendido mucho José, lo suficiente para continuar con este oficio y vivir de él, mira esos sillones, no puedo dejar de mirarlos, has hecho un trabajo acojonante chaval -aprieto su mano y le miro a los ojos, las retinas reflejan el dolor de su alma por el padre que se marchará, el miedo a la soledad, reflejan el miedo al futuro, reflejan sus dudas- no te preocupes José, yo te voy a ayudar y los tapiceros con los que trabajo también, estamos para eso. Eres de los pocos jóvenes que tienes escuela y no vamos a permitir que los conocimientos que tu padre te ha transmitido queden en el olvido.
Uf a mí también se m humedecen los ojos �� estamos en esa edad en la que la vida nos enseña la cruda realidad��, tenemos que aprender y asumir que nada es eterno,y menos nuestros padres, que creemos q siempre estarán ahí.... Estarán siempre en nuestro interior y en nuestra memoria y cuando les recordamos les damos vida�� Tenemos que hablar de ellos y más vosotros que tenéis un oficio y esa es una grandísima herencia ��
ResponderEliminarSólo Contaros que mis sobrinos conocen bastante bien a su abuelo y falleció cuando yo tenía 11 años �� es bonito ��
Que buen comentario y que buen consejo, recordar a los padres, recordar lo que nos aportaron y lo que aprendimos.
EliminarY es cierto que llegamos a una edad, yo tengo 51 en la que empezamos a encontrarnos con el destino final demasiado a menudo, la gente enveje a nuestro alrededor y nos damos cuenta ahora al saber que nosotros seremos los siguientes, pero bueno, lo importante es el espíritu y disfrutar de los minutos y de los segundos que tiene cada hora de nuestra vida.
Mira cómo es la vida que hoy he tenido que visitar un taller de orfebrería valenciana y qué casualidad! !! Es el mismo donde mi padre aprendió y trabajó unos diez años.
ResponderEliminarCalculé con mi madre los años que tendría el hijo del dueño y sobrepasa los 80. Cual fue mi sorpresa cuándo sus hijos, más o menos de mi edad, conocieron el nombre de mi padre porque el suyo lo nombra en muchas ocasiones.... ha sido un placer conocerlos y he quedado con el señor para que me cuente sus historias con mi padre. Muy emocionante.
Soy la que lo perdió con 11 años y ahora casi con 50 aun me queda por conocerle.
Gracias a la vida que me ha dado y me da tanto.
Jope, es alucinante que aun recordasen a tu padre y que lo nombrasen a menudo, a eso le llamo yo la "huella vital", las personas fallecen, pero queda esa huella, el rastro de los buenos actos que perdura. Y que ese señor te cuente historias será como tu dices, emocionante porque descubrirás aun mas quien fue, en el fondo lo necesitas para seguir construyendo tu vida, como hacemos todos. Yo siempre estuve bajo las alas de mi padre, durmiendo con el los últimos siete años de su vida, y en esas noches me contaba sus historias, la mayoría conocidas por mi pero a veces contaba alguna nueva y siempre era motivo de sorpresa.
EliminarHace diez años que perdí a mis padres y no hay día que no me acuerde de ellos mi madre era modista y me enseñó a coser desde pequeña, siempre tuve la idea de que yo cosía mal porque mi madre era muy exigente y siempre me exigía con aquello de."nadie te va a preguntar lo que has tardado, te van a decir si está bien o mal". Al cabo del tiempo me he dedicado a las labores y he llegado a dar clases en la Universidad y en muchas ocasiones me han comentado que ya hay pocas personas que sepan coser y rematar como yo, eso se lo debo a mi madre.
ResponderEliminarHace poco me encontré con una vecina del barrio que tiene 85 años y estuvimos hablando un rato y me comentó que todavía tenía una de las faldas que la hizo la mi madre y que nunca había tenido ninguna que la quedara como aquella, me hizo mucha ilusión saber que todavía quedan "obras" de mi madre.
Y en lo de hacernos mayores es verdad, da un poco de vértigo en mi caso la persona más mayor de la familia es mi hermana que tiene 60 años y luego voy yo que este año cumplo 57.
Mucho ánimo a Jose y que aproveche el tiempo que le queda de estar con su padre es duro pero tierno y dulce a la vez.
Hola Beatriz, yo me llamo Pedro y también crecí y aprendí el oficio a su lado, no del todo, porque yo entrén el taller tarde, pero algo me quedó de la esencia autentica con que nuestros padres se empapaban de sus oficios. Tu has hablado con una vecina que conserva una falda hecha por tu madre y yo me encuentro con sofás hechos por mi padre, son momentos conmovedores, irrepetibles que hablan de eso que hablas en tu cometario, del saber hacer, de la pasión, del conocimiento, de la honestidad en nuestro trabajo. Y bueno, también hablas del vértigo, ese lo estoy empezando a sentir yo con 51 años recién cumplidos, pero bueno, con la juventud disfrutas del vigor y con la madurez del conocimiento.
EliminarHa sido un placer leer tu comentario Beatriz, muchas gracias por haberte tomado la molestia de visitar este blog. Un abrazo, Pedro.
Que lindo su blog, soy de Argentina y quisiera que el legado quede en la familia también hoy me encuentro en España, en mi país estudie diseño de interiores mi padre es tapicero y mi hermano carpintero, yo me encargaba solo de vender pero por un accidente que hubo en el taller mi nene perdió la vista de un ojito y vinimos a tratarlo aca en Madrid , sufro por no poder estar con mis seres queridos y tenerlos tan lejos, ya llevamos 5 años en España y mi papá me anima a que siga porque realice algunos trabajos de respaldos de cama en capitone y algunas sillas, pero no mucho me da miedo la verdad mi nene hoy tiene 9 años y me ayuda junto a su hermana a destapizar. Es difícil estar sola pero intentaré de a poco diseñar algunos armazones y probar, su relato me conmovió mucho y me da ánimos a seguir e intentar a veces cansa sostener tanto porque además trabajo de otra cosa totalmente diferente. Pero quisiera que mi hijo y mi padre estén orgullosos de saber que lo intente. Gracias.
ResponderEliminarHola Elsa, tu historia si que es conmovedora y desde luego te animo a que sigas en esa línea, en España cada vez hay menos tapiceros y es una profesión que cada vez se valora más. En Madrid hay una tienda que se llama La Tapicería, esta en el rastro, pasate un día por ahi y verás que nuevo enfoque ha dado Alejamdra al oficio. Creo que te animará. Un abrazo muy fuerte y ánimo.
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