El viejo taller de esqueletaje está cerrado, con Duna cubierta por su lona y con las máquinas calladas, en silencio..., aunque me puedo imaginar los sonidos que atraviesan los muros de ladrillo macizo. Recreo esos sonidos durante unos instantes hasta que me encuentro con las viejas colmenas, olvidadas y abandonados junto a una coscoja que crece sobre una tierra agradable, rojiza y de textura esponjosa. Una tierra que se escurre entre los dedos como lo haria la arena de un reloj.
Me acuclillo junto a ellas y observo la madera muerta, gris y agrietada. Pienso en Clara y en Dana y dudo de que ni la magia que rezuman las manos de estas mujeres podría devolver la vida a estas tablillas que en su día albergaron a centenares de abejas.
La manada se acerca curiosa y se roza contra mi, percibo sus alientos calientes junto a mis orejas y sus cuerpos ardientes pegados a mis brazos. Jadean y olisquean los rastros de los conejos, gimotean y escucho el murmullo del pinar, la brisa mece sus aciculas y me cuentan la historia de las colmenas, de esas abejas que extrajeron de sus nectares sustancias con las que impregnaron el interior de esas colmenas. Antibioticos naturales que mantenían la colonia protegida contra las bacterias, me cuentan también que las abejas ya estan muertas, obreras y reinas, todas volaron entre aquellos pinares, entre los bancales de naranjos y entre las matas de tomillos y romeros. De esas colmenas se recolectó miel de azahar y miel de tomillo, miel de romero y milflores. Ellos, los pinos, lo saben...., siento que me miran y escuchó el silvido de los estorninos, el carraspeo de las urracas y el jadeo continuo de la manada a mi alrededor..., escucho de nuevo el silvido de los estorninos y me recorre un escalofrio, durante unos instantes pierdo la noción del tiempo y creo que el otoño ya ha llegado subitamente, veo la atmosfera demasiado limpida, sin ese velo turbio del verano mediterraneo, veo las nubes volando por encima del pinar y logro sonreir al recordar el aroma del café en las tardes otoñales, vuelvo a sentirme como el ultimo humano vivo del planeta y continuamos el paseo.
Mia rodea nerviosa una mata, mueve la cola y el conejo salta sobre esa misma tierra rojiza que Norton, el galgo, desgarra con su arrancada.
- ¡¡Ahí va, ahí va...!!!!.
No subestimes el poder de las mujeres,seguro que le darían un uso a esa madera muerta,que tiene su propia belleza.Dile a los pinos que algún día,serán como ella,pero no correrán la misma suerte de ser protagonistas de un post.
ResponderEliminarY sal un poco,que cualquier día te veo corriendo detrás de los conejos jaja
un abrazo Pedro.
Ya corro detrás de los conejos, Oscar...¡¡¡¡¡, je,je,je. Ainsss...,hay veces Oscar que esos paseos que me doy con los perros tienen algo de magia y la verdad es que me cruzo con pocas personas. Y bueno, la verdad es que tienen razon, Dana y Clara le darian algún uso...., pero desde luego no volverían a ser colmenas....., un abrazote Oscar.
EliminarQue bueno lo de las colmenas. Por donde yo salgo con los perros también hay una zona con ese tipo de colmenas abandonadas de madera gris y agrietada tiradas por todos lados.
EliminarA mí particularmente me encantan estos paseos con los perros, la soledad en el campo, solo ellos y yo. Cuando vienen por detrás corriendo, sólo oyendo su jadeo se quién es quién. Y no son para nada aburridos, suelen ocurrir muchas cosas si uno sabe escuchar a la naturaleza. Un abrazo.
Hola Emilio, a mi me pasa lo mismo, sin ver a la manada los puedo reconocer por los jadeos, de hecho la podenca andaluza tiene un jadear "reseco" y Norton parece una "locomotora sutil".....,y como bien dices siempre pasan cosas en el campo. Me ha encantado tu comentario.
EliminarUn relato encantador .....para una soporífera tarde veraniega....donde colmenas muertas y madera muerta no significan que todo desaparezca, en ellas está su historia, esta misma que nos cuentas...y seguro que si esos restos de madera caen en según que manos, hay quién las enmarca o las guarda en una vitrina o en un museo
ResponderEliminarLa idea de reciclar....guardar y conservar que no te imaginas a qué límites podemos llegar....así que por favor intenta darle alguna oportunidad....y nos cuentas.
Hola M,J...., gracias por pasarte por aquí, aunque sea durante una soporifera tarde de agosto. Las colmenas llevan junto a esa coscoja, Dios sabe el tiempo, siempre las miro,es como si las saludase. Desde luego la textura que ha adquirido la madera es muy sugerente y daría para algo decorativo, con alma, con historia.....
EliminarMe asombra y me admira tu capacidad de escribir y recrear tan fielmente una estampa con sus sonidos, aromas y colores. Estás dotado de arte en mayúsculas.
ResponderEliminarEsas maderas deshidratadas y añejas dan para mucho, yo no podría devolverlas a la vida tan fantásticamente como tu los has hecho en tu relato.
Magnífico Pedro!
Un abrazo grande
Hola Clara..., tan solo es imaginación, tan solo es pensar a veces como un niño y despues escribirlo...., para Arte,el que emana de tus manos, no puedo olvidar ese post tuyo en el que restaurabas unas sillas de barrotes y con los asientos de chapa, la visión de esa chapa pegadita y sujeta con pinzas, me impresionó....., puede que yo recree con la imaginación,pero es que tu devuelves la Vida a esos enseres.......
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