Nada más abrir el portón trasero de la furgoneta de Daniel supe que esos armazones los habíamos hecho mi padre y yo, incluso reconocí enseguida que era uno de los modelos exclusivos del fallecido Francisco García, apodado Magaña.
Después de más de 15 años regesaban al mismo taller de esqueletaje porque los clientes habían decidido retapizarlos y, realmente, era una casualidad que me hizo sonreir y, después, casi llorar cuando descubrí que en esos esqueletos aún no habían grapas de carpintería, cuando descubrí la huella de mi padre y su manera de trabajar seria, decente y honrada.
Cuando vi los clavos que aseguraban las escuadras de refuerzo, metidos a golpe de martillo, formando una v y sin un solo golpe fallado..., supe que había sido mi padre y le recordé ya mayor, sujetándose la muñeca derecha con la mano izquierda, tratando de mitigar el dolor de los huesos y de los tendones tras miles y miles de martillazos y de gatos apretados con esas muñecas, que eran tan estrechas y frágiles como las mías.
Descubrí emocionado su preciosa letra marcando cada pieza, copete, traseros, costados, delanteros..., con ese trazo elegante y cargado de energía y observé, algo más serenado, el precioso tono tostado que había adquirido el pino gallego, había envejecido dignamente, soportando los picotazos de las grapas de la tapicería y la tensión, el pulso echado por las cinchas elásticas del asiento.
Me encontraba con las huellas de papá y también las de los oficiales de Francisco García, unos tapiceros que solo sabían trabajar volcando todos sus conocimientos en cada tapizado y esa dignidad también había dejado su rastro en forma de unas aureolas blancas que delataban los apoyos de goma espuma donde fijaban unos muelles atados para ayudar a soportar el peso sobre las cinchas del asiento.
El esqueletaje regresaba al taller, pero casi pude ver como los armazones buscaban a mi padre, a sus manos, a su carácter..., pero me vieron a mi y creo que confiaron en mis manos, por eso se dejaron transformar, por eso se dejaron que les cortase los reposabrazos de formas redondeadas, para cambiarlas y aportarle ángulos rectos, para darles un aire más moderno y actual, para poder regresar a su hogar envueltos con sus nuevas telas, totalmente renovados y vestidos para soportar otra decena de años.
Reutilizando los reposabrazos, mientras cortaba el taller se llenaba de un olor especial, picante y denso..., el de la madera curada lentamente y mimada entre telas y rellenos.
Atornillando los costados.
Los nuevos reposabrazos listos para atornillar a los armazones.
Y los armazones listos para recoger y para volver a tapizar.
Bonito reencuentro Pedro, tiene que ser emocionante descubrir la firma de tu Padre en un esqueleto que te vuelven a confiar, sabedores del buen hacer, seguro.
ResponderEliminarEn cuanto al tuneado del esqueleto, que te voy a decir, un trabajo fino que perdurará hasta que jubilen el sofá.
Un abrazo Pedro.
Esta vez fue mas emotivo de lo habitual, Tapestry, no se,igual será que cuando uno está algo apagado todo le afecta mas, pero si, cuando veía el esqueletaje rezumaba aquella forma suya de trabajar y de vivir, energia y mas energia. Recuerdo que a lo mejor papá estaba trabajando con la agujereadora y yo tenía que sustituirle, notaba que los pomos de las palancas estaban ardiendo,como impregnadas de su calor....
EliminarTu padre te ha dejado una gran herencia: la pasión por tu profesión y el respeto por el trabajo. Pocos tienen la suerte de tener un tesoro así y mucho menos son los que saben valorarlo como tu.
ResponderEliminarEsa es la verdad,Marga..., realmente sigo hacienco lo que hacia él, el taller apenas si ha cambiado, sigo usando sus plantillas y sus clientes son ahora los míos.
ResponderEliminarYo cada vez que hago un trabajo tengo la sensación de dejar algo de mí impregnado en él. Esa energía que emano mientras lo trabajo queda de alguna manera en esa pieza. Parece que eso mismo te has encontrado con ese armazón. Parece que cada detalle tiene una historia que contar.Muy hermoso, Pedro.
ResponderEliminarHas tocado la esencia,Oscar, por loque me cuentas, hay veces que trabajas sin pensar en el coste o en las horas, trabajas desde dentro, entregando tu mejor hacer.En este caso el propio mote de Francisco Garcia tenia su sentido, "magaña" es la derivacion en valenciano de legaña y queria decir que Paco Garcia era un tapicero "molesto" como una legaña por lo exigente que era con sus oficiales y con sus esqueleteros. HAce un par de años se jubilaron esos oficiales, los que tapizaron los esqueletos del post.
ResponderEliminarMe encantan esos tapiceros perfeccionistas que te hacen deshacer un sofá bien hecho solo por un detalle o porque no les cuadra con lo que tenian en la cabeza.Ya quedan pocos.Lo que pasa es que hoy en día, para hacer eso,hay que estar muy bien vendido para poder permitirselo.
EliminarOscar, en aquellos años Francisco Garcia estaba muy cotizado, a nuestro taller llegó ya en su declive, aunque mi padre y él se conocían de años, pero lo dicho, fue al ocaso de su carrera,justo cuando un decorador lo "enganchó" y de rebote a nosotros, despues problemas de salud....,total, que de aquella escuela ya no queda nadie, Paco fallecido y los 3 oficiales que conocí y para los quetrabajé,ya jubilados y sin relevo, fin de una estirpe, se acabó.
Eliminar... la misma triste historia de siempre. :(
EliminarTras mi generación, de los que conozco unos pocos profesionales impecables, ya no he vuelto a ver aprendices a los que se les enseñe a guarnecer ni a poner tachuela, aunque a todo esto obligan las modas y los tipos de contratación.
la de siempre tapestry.Pero en todo.Evolucionamos erróneamente, olvidando el uso antiguo,como si no tuviese importancia.Nos creemos los más listos de la historia...
EliminarAsí, estamos, que la mitad de nosotros no sabría plantar una patata.
Tapestry,Oscar..., realmente es la Vida y su discurrir, los tiempos van cambiando y muchos oficios mueren o derivan en otras actividades. La tapiceria igual que los esqueleteros quedarán relegados a los paises emergentes. En Europa se irán extinguiendo, languideciendo..., pero lo que os decía, es la vida misma y su devenir.
ResponderEliminarApreciado amigo,visitar tu blog es disfrutar con cada detalle de tu apasionante trabajo, casi nos trasladas a tu taller y podemos oler esa fantástica fragancia de la madera, que tan bien describes!!!
ResponderEliminarUn saludo y feliz semana Pedro!
Ainssss Kat....,algo debe tener el taller que siempre tengo vecinos merodeando. Me alegra que consiga hacerte sentir todo eso..., es como si me hubieses visitado, ¿no...?.
EliminarEspero que también pases una semana dichosa..., que también la tenemos puenteada.
Que ilusión te tuvo que dar ver algo que con tanto mimo hizo tu padre!!!!!!
ResponderEliminarDas una lección con todas las fotos y las explicaciones, aunque no soy diestra en todo esto lo encuentro un excelente paso a paso, te felicito de como va a quedar.
Besos.
Hola Maribel,la verdad es que me suelo encontrar con bastantes piezas de las que hizo mi padre durante su vida, pero esta vez fue distinto. Ahora mismo no estoy pasando un buen momento economico, hablaremos de que estoy a punto de zozobrar si timonease un barco, je,je,je. Pero fue ver como esos esqueletos habian soportado el paso del tiempo, fue verlos tan fuertes y recios..., que me dio las senación de que me trasmitían aquella energia de papá ante las adversidades.
EliminarY gracias por colocarte de seguidora.
Bonita historia la de este sofa... Y qué satisfacción personal que vuestra firma vaya quedando en el mobiliario de muchas hogares.
ResponderEliminarHola Maria, imagina cuantos de esos muebles firmados por papá habrán por ahí....,empezó a trabajar muy jovencito, como casi todos los de su generación,a eso de los catorce años.
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