La Virago rateaba atrapada entre el trafico lento a primera hora de la mañana, sin embargo intuía que volvería a viajar en el tiempo si me inclinaba hacia la derecha y aceleraba ante el túnel creado por el carril-bus despejado. He girado el puño y el empuje del bicilindrico ha vuelto mi visión de un tono rojizo, de un tono sanguíneo tan intenso como el color del polipiel que cubría las curvas de un Senior Chair autentico de Marco Zanuso.
La tapicería de Juan Vicente Comes volvía a convertirse en una especie de agujero de gusano por el que viajaba a lomos de la 535 hasta los años 50.
El orejero derivado del Lady destilaba una clase impresionante, el tejido sin una sola escama, sin una sola grieta y las costuras pretas, casi soldadas, fundidas en medio del calor que escapaba de unas formas que recordaban a un inmenso labio húmedo y excitado.