Ayer domingo, los bailarines y bailarinas de NMC estrenaban su coreografia en un escenario muy especial, en la cambra de la Rambleta, en un desvan repleto de hormigon y de techos colgantes. Un escenario en el que no habia escenario y en el que los actores y actrices se mezclaban con un publico que se movía alrededor de sus gestos y de sus expresiones corporales, porque sus rostros no reflejaban emociones, estaban abstraidos y tan solo se contemplaban así mismos, a sus brazos y a sus piernas, a las sillas que removian de aquí para allá. A las sillas de metacrilato que escondían a unas Thonet sorprendidas y estupefactas desde sus ataudes de hielo o de cristal, contemplaban la danza emocional y se dejaban arrastrar y apilar, sentían que nadie se sentaba sobre ellas, realmente, danzantes y danzarinas se deslizaban entre sus piezas virtuales curvadas en un plano transparente.
Las Thonet contemplaban el espectaculo tan sorprendidas como yo mismo. Nada era convencional allí arriba, entre vigas estructurales que los actores usaban como mobiliario, como esqueleto, como armazón, como subito escenario despojado de butacas en las que adormilarse.
Clara Barberá nos recibia nada mas salir del ascensor, pero no hablaba ni saludaba, tan solo se movia, evolucionaba con su propio ser, se deslizaba en un gesto fluido que iba atravesando los cuatro entornos, los cuatro paisajes desnudos entre los cuales iban y venian todos ellos y todas ellas, las Thonet y otras dos sillas que pugnaban por alcanzar los falsos techos, esa en la que uno de los bailarines sería izado en estado casi inerte.
Yo contemplaba la danza, sin guion ni voces, sin principio ni trama, sin argumento claro y definido, pero sentía que la musica se unía a esos cuerpos en constante movimiento, me aportaba sensaciones y emociones mas allá de la logica y de lo previsible, mas allá de lo habitual y cotidiano.
Era una invitación a dejarse llevar por las emociones y los instintos, puede que una provocacion a nuestra propia imaginacion, un asalto a nuestras barreras mentales, un estimulo para nuestras zonas apagadas..., sin embargo, una parte de mi permanecia tensa y angustiada, apenas si podía disfrutar de un espectaculo maravilloso y lleno de plasticidad.
Mis ojos saltaban de las bailarinas a las sillas, de los bailarines a las sillas, temia algo, casi las oía quejarse dolorosamente. Nadie se sentaba en ellas y ellas sufrian..., yo también, pero valió la pena.
Y al dejar aquella emotiva fantasia me encontré con ellos, los vencejos volaban muy bajos, demasiado bajos y yo pensé que me habian estado esperando, sabiendo que allí dentro habia gozado y sufrido.
Simplemente dejaba volar la imaginacion...., igual que NMC acababa de hacer.