viernes, 27 de abril de 2012

ANDY WARHOL INSPIRÓ ESTE SOFÁ


Recuerdo que el cliente llegó con una foto tomada desde la televisión, en ella se podía ver a Andy Warhol sentado en un sofá tapizado en rojo y con unos reposabrazos bastante originales. El genial creador respondía a las preguntas apoyado en uno de esos brazos que descendían desde el respaldo formando una media luna perfecta.
Y partiendo de unos planos a escala real, fuí sacando las plantillas de un esqueletaje que, durante un tiempo, me causó cierto respeto. El Warhol, como yo siempre lo he llamado, me inquietaba, sobre todo, a la hora de encajar los brazos en el copete, es decir, en la parte alta del respaldo. Después de varias pruebas decidí terminar esas piezas a pulso en la sierra de cinta, dando cortes y revirando la pieza hasta conseguir una armonía de líneas descendentes, que se reviraban hasta volver a buscar la horizontalidad a la altura de la consola. Ésa era la parte más compleja del esqueletaje y la que requería de una mayor visión espacial a la hora de idear cómo mecanizar esa media luna que, antes de trabajar, había que encolar para conseguir la amplia curva.


Las piezas de las que saldrán los brazos recurvados, recién troceadas y listas para cepillar y regruesar.











Pero el resultado valió la pena y cuando termino uno de estos Warhol, no hay vecino que pase y no se quede mirando la potente estructura de dos metros y medio de eslora y con esos brazos revirados que recuerdan a una inmensa planta carnívora..., o mejor a un sofá carnivoro que te acogerá para no liberarte jamás. Y desde luego..., a mi padre también le habría gustado hacer este sofá, uno de esos sofás de los que te quedas satisfecho una vez terminado y te hace sonreir.


lunes, 2 de abril de 2012

FAMILIA COSTA, 100 AÑOS TORNEANDO LA MADERA


El viernes pasado me acerqué hasta el taller de tornería de Alejandro y Ángel Costa, les llevé unos cuadradillos para tornear y hoy, lunes, me han llamado para que pasase a recogerlos. La verdad es que me apetecía montar en Duna y creo que a ella le apetecía rodar. Unos minutos más tarde aparcaba en la Plaza Chopin de Valencia y nada más entrar en el taller me encontraba con una preciosa silla repleta de torneados y embogada con fibra vegetal, hecha a mano y recolectada de entre los montes de la región.
Me ha parecido preciosa y Ángel me ha comentado que en los mercadillos medievales, a los que suele acudir con su hermano, despertó bastante interés, que gustó. Realmente es difícil que algo torneado por los hermanos Costa no guste, son 100 años de tradición, de oficio, de arte y de cariño.
Me cuenta Ángel que ya de pequeño, de muy pequeñito, acudía al taller a recoger las virutas o a lijar y su hermano Alejandro añade que él iba al colegio, situado justo enfrente del taller, y que cuando acababa las clases también iba al taller a echar una mano, a barrer u ordenar los cuadradillos que dejaban los clientes para ser torneados.
Y de nuevo surge en mi mente la figura del aprendiz, la imagen del niño que cambiaba las actividades extraescolares por las visitas a los talleres, quizás no aprendían inglés o informática..., pero se estaban ganando el porvenir con un oficio, se estaban ganando la independencia como personas.

Ángel me enseña su ultima creación, un cuenco para cascar nueces, incluída su macita con el mango en wengue y el resto en haya. Me recuerda a aquel anuncio de turrones Picó en el que el anciano iba rompiendo las almendras a golpe de macita, sin prisa, regodeándose con el placer de lo bien hecho, con el placer de trabajar con gusto, con mimo, sin prisas..., pero los tiempos han cambiado, hay más prisa y me despido de los hermanos Costa. Recojo mis patas torneadas y Duna y yo regresamos a mi taller de esqueletaje para colocarlas en los sofás que terminé el viernes pasado.
Ángel y su hermano Alejandro tienen su taller de torneados en la Plaza Chopin de Valencia, en el nº 12 y responden a estos telefonos, 963721827 o al móvil 658965309.